Hay tempestades que llegan a nuestras vidas de manera súbita e inesperada y que sacuden los cimientos de nuestra existencia. Son problemas que nos abaten al punto de quedar derribados. En cualquier etapa de nuestras vidas llegan tempestades de diferentes magnitudes, que nos azotan y llenan de tribulación y tristeza. V 37 “Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.”
Cada día tenemos diferentes
tempestades que tenemos que librar, no porque seamos de amalas. Cada proyecto,
cada anhelo que deseamos alcanzar cuesta, no es fácil y a esto le podemos
llamar tempestad.
Las grandes tempestades o tormentas
en el mar sirven para poner aprueba la pericia y la experiencia de los
marineros.
Si llegar a tener vidas de
excelencia, si llegar a ser personas de éxito fuera fácil todos lo seriamos, la
falta de experiencia y preparación Hace que nos preocupamos tanto, que creemos
que Jesucristo esta dormido o que se ha despreocupado de nosotros. V 38 “Y él estaba en la popa, durmiendo
sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado
que perecemos?”
Jesús calma la tempestad es un
relato bíblico que demuestra el poder ilimitado de Jesús sobre el mundo natural.
V 39 “Y levantándose,
reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se
hizo grande bonanza.”
El adagio popular dice: después de
la tormenta viene la calma, Jesucristo nos dice después de la tormenta viene la
bonanza, que además de ser un tiempo de paz y tranquilidad, para los pecadores
es el momento optimo para tener una gran pesca, lo cual significa prosperidad.
Al calmar la tempestad, los
discípulos dejaron de tener miedo y respondieron con reverencia ante el poder
sobrenatural manifestado por Jesús.
Cuando nos tranquilizamos podemos
tomar mejores decisiones que nos llevan a tener gran bonanza en todo, somos prósperos
en lo económico, de manera espiritual y Familiar.
La lección fundamental que el Señor
les intentaba enseñar era que En la vida cuando llegan las tempestades, estas
nos recuerdan que debemos depender de Dios para todo. Muchas veces el problema
que tenemos es que no confiamos plenamente en Dios. V 40 “Y les dijo: ¿Por qué estáis así
amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?”
Los verdaderos cristianos debemos saber que por el echo de
ahora estar bajo la soberanía de Dios no significa que estaremos libres de problemas
o de diferentes tormentas de la vida.
La pericia y experiencia del marinero no lo libra de las
tormentas, le permite salir victorioso de ellas. Jesucristo no quita de
nosotros las batallas o las guerras que tenemos que librar, el nos entrena para
salir victoriosos. Salmos 144: 1 “Bendito sea Jehová, mi roca, Quien adiestra mis manos para la batalla,
Y mis dedos para la guerra;”
En las tormentas de tu vida no temas,
solo confía en Jesucristo, prepárate para grandes cosas, esfuérzate y espera a
que Jesucristo te de paz para que puedas ver tu horizonte Maravilloso.
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