Marta y María son dos mujeres de fe extraordinarias. Eran hermanas y vivían con su hermano Lázaro, quien el Señor resucitó después de haber estado cuatro días muerto. Vivían en una pequeña aldea llamada Betania, situada a unos pocos kilómetros de Jerusalén. No se sabe muy bien cómo es que Jesús se hizo amigo de estos hermanos, pero los tres llegaron a amar al Señor y confiar en él. Jesús encontraba consuelo y descanso en casa de ellos, y llegaron a tener una estrecha amistad. Juan nos dice que “Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”
Marta era
una mujer muy hospitalaria y muy práctica, se ocupaba de que todos sus
invitados estuvieran bien atendidos y se “preocupaba con muchos
quehaceres” v 40 a “Pero
Marta se preocupaba con muchos quehaceres,”
Si a tu
casa llegan visitas inesperadas a las cuales amas, la primera reacción que
puedes tener es servirles o atenderles, esto es algo normal en una persona
hospitalaria como lo era Martha.
Sin embargo,
María se sentó a escuchar con atención las palabras de Jesús. V 39 “Esta tenía una hermana que se
llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra.”
Las dos actuaron bien, porque
servirle y oírle son actividades buenas, pero Marta tenía un problema. Ella se
enfadó con su hermana hasta el punto de regañarla públicamente por no ayudarla,
La queja de Marta incluso se extiende a Jesús. V 40 b “y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi
hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.”
No era el servicio de Marta lo que
estaba mal, sino su actitud en el servicio. Lo que molesta a muchas personas no
es lo que decimos, lo que en realidad molesta es nuestra mala actitud cuando
hacemos las cosas.
En la iglesia podemos servir de corazón,
hacemos bien nuestro trabajo como ujieres, Danzas, alabanza o cualquier otro servicio
que estemos prestando.
Lo malo de muchos de nosotros es
que lo que hacemos, lo hacemos con una cara de amargura, lo hacemos con una
actitud como de obligación.
Esta mala actitud daña todo nuestro
buen servicio, sea en la iglesia, en la casa o en cualquier otro lugar de la
sociedad donde vivimos.
La respuesta de Jesús la dejaría
sin palabras. Él le reprendió de una manera tan tierna y cariñosa como un buen
padre a su hija. V 41 “Respondiendo
Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas”
Quería hacerle entender que, aunque
era justificado preparar comida para los invitados, su enfado era
injustificado. Todos los seres humanos tenemos dones y habilidades
diferentes, si Martha había decidido servir a Jesús de esa forma, tenia que
disfrutarlo, sin criticar el servicio de maría.
María decidió alabar y adorar a Jesús
mientras Martha prefería atender a la gente, en la iglesia hay personas que les
gusta enseñar, preparar material evangelístico a otros les gusta decorar el salón,
atender a los necesitados, visitar a los enfermos, las dos formas de servicio
son válidos, necesarios y agradables a Dios, lo que daña nuestro servicio es nuestra
mala actitud.
ESCUCHA NUESTRA RADIO CLIK AQUÍ
