El pacado es algo que hace parte de la vida diaria. Antes de conocer de Cristo hacíamos muchas cosas de las cuales no sabíamos que eran pecado, Jesucristo a través de su palabra nos revela la maldad. V 7 “¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.”
En nuestro interior siempre
tendremos la lucha entre dos decisiones, hacer el bien o el mal. Romanos 7:
22-23 “Porque
según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en
mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a
la ley del pecado que está en mis miembros.”
El pecado siempre estará a la
puerta de nuestra vida, nosotros con la ayuda de Jesucristo tenemos el poder
para desecharlo. Genesis 4: 7 “Si
bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la
puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.”
Como nos cuidamos del Pecado.
1. Reconociendo que en nosotros
todavía hay pecado. V 14, 17 “Porque sabemos que la ley es espiritual; más yo soy carnal, vendido al
pecado. De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora
en mí.” El saber nuestra condición pecaminosa nos permite
cuidarnos. Muchos cristianos consideran que ya no pueden pecar y cuando menos
lo piensan terminan cayendo.
2. No permitiendo que el pacado nos
Confunda. V 15 “Porque
lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco,
eso hago.” Saber que el pecado nos puede confundir hace que no nos
descuidemos.
3. Entendiendo que la maldad hace
parte de nuestro Ser V 18 “Y yo sé que, en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el
querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.” a un niño pequeño por lo
general no tenemos que enseñarle hacer el mal eso es algo que le nace hacer, al
niño debemos enseñarle hacer el bien.
4. Tenemos que obligarnos hacer el
bien. V 19 “Porque
no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago.” Cuando
recibimos a cristo en nuestro corazón no se nos borra de manera automática los
deseos de hacer maldad, Jesucristo nos perdona y nos ayuda, pero nosotros
debemos esforzarnos en no seguir con lo malo. 1 corintios 9: 27 “sino que golpeo mi cuerpo, y lo
pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo
venga a ser eliminado.”
5. Debemos entender que en este
mundo siempre tendremos tentaciones. Con nuestra mente estamos dispuestos a
hacer lo bueno, pero con nuestra carne todavía deseamos hacer lo malo. V 25 “Gracias doy a Dios, por Jesucristo
Señor nuestro. Así que, yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, más con
la carne a la ley del pecado.”
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