La pregunta de Jesús sobre el impuesto del templo no solo se refiere a la obligación de pagar impuestos, sino también a la importancia de considerar el impacto de nuestras acciones en la sociedad y en la comunidad. Jesús enseñó que debemos actuar con integridad y responsabilidad, y que el pago de impuestos es una parte de la obediencia a Dios y del amor al prójimo. A través de su ejemplo, Jesús nos muestra que, aunque no estemos obligados a pagar impuestos, debemos considerar cómo nuestras acciones pueden afectar a los demás y contribuir al bienestar de la comunidad.
El dinero que se recoge en el
templo es para el buen funcionamiento del mismo, en su parte física y
administrativa. No importa si se le llama impuesto, diezmo o contribución
voluntaria.
El solo echo de saber que estamos
utilizando los bienes o el espacio de esa ciudad o de ese sitio ya debe ser en
nosotros razón suficiente para contribuir con su buen funcionamiento.
Quieres un buen templo, una buena
ciudad o un buen barrio, la lógica debería hacernos pensar que las cosas no se arreglan
ni se hacen de manera mágica, para que los lugares donde habitamos o utilizamos
funcionen bien, debemos contribuir económicamente para que eso sea posible.
Jesús no puso ningún reparo en
pagar el impuesto que le correspondía a él y no solo eso, también estuvo
dispuesto a pagar el impuesto que le correspondía a Pedro. V 24-27 “Cuando llegaron a Capernaum,
vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro
Maestro no paga las dos dracmas? El dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te
parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los
impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños? Pedro le respondió: De los
extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos. Sin
embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que
saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo
por mí y por ti.”
En el antiguo testamento Esdras
ordeno que hasta el rey debía pagar impuesto para la obra de Dios. V Esdras 6:
8 “Y por mí es dada orden de
lo que habéis de hacer con esos ancianos de los judíos, para reedificar esa
casa de Dios; que, de la hacienda del rey, que tiene del tributo del otro lado
del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos, para que no cese la
obra.”
Nehemías también consideraba que
para que el templo tuviera un buen funcionamiento era necesario pagar un
impuesto, nadie los obligo ellos se autoimpusieron esa obligación. Nehemías 10:
32 “Nos impusimos además por
ley, el cargo de contribuir cada año con la tercera parte de un siclo para la
obra de la casa de nuestro Dios” las personas responsables y bendecidas
no necesitan que se les obligue a que contribuyan económicamente para el
funcionamiento del templo o del lugar donde se encuentran.
Los países, las ciudades, las
iglesias y las familias funcionaran bien y de manera adecuada si todos fuéramos
consientes que nosotros somos los responsables del financiamiento de la obra.
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