Ser cristiano es mucho mas que tan solo tomar la decisión de pertenecer a alguna iglesia.
Ser cristiano es someternos a la soberanía de Cristo y dejar que
el transforme nuestra forma de vida.
Si la gloria de Dios se refleja en nosotros podremos cada día parecernos
mas a Jesucristo, este proceso de transformación no es en nuestras fuerzas, es
por el poder del espíritu santo. V 18 b “somos transformados de gloria en gloria
en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”
esto significa
que a medida que crecemos en nuestra relación con Dios experimentamos un
proceso de transformación espiritual que nos hace mas como él. Este concepto
refleja un viaje continuo de mejora y crecimiento en la fe, donde el espíritu santo
actúa en nuestras vidas para convertirnos en mejores personas. En resumen, ser
transformado de gloria en gloria implica un desarrollo espiritual constante
hacia la plenitud de la imagen de Cristo.
Este verso es un faro de esperanza, que nos
recuerda que no estamos destinados a vivir en un estado estático de
espiritualidad, sino que somos llamados a una transformación continua, un viaje
de "gloria en gloria".
Cada día que pasa y entre mas tiempo nos congreguemos
o nos sometamos a Cristo, nuestro cambio debe ser evidente. Un cristiano no
permanece estático en su forma de ser, cada día va camino a tener una vida de
excelencia.
Con Jesucristo y a través de su gloria
reflejada en nosotros podemos experimentar una nueva vida. 2 corintios 5: 17 “De modo que, si alguno está en
Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.”
En este mundo es inevitable sentir traumas o ser
heridos por los demás cuando somos traicionados, decepcionados o engañados esto
hace que nuestro corazón se endurezca. Lo
maravilloso es que Al experimentar la gloria de Dios en nosotros y ser
transformados podemos experimentar sanidad en nuestro corazón y libertad de
nuestros traumas.
La palabra "gloria" en la Biblia se
refiere a la belleza y la majestad de Dios, su esplendor infinito. Al
contemplar la gloria de Dios, no solo la vemos, sino que también la
experimentamos. La gloria de Dios nos transforma, nos llena de esperanza, amor
y paz. Esta transformación no ocurre de una vez por todas, sino que es un
proceso continuo, una progresión de "gloria en gloria".
El verso termina con una frase crucial:
"como por el Señor, el Espíritu". El Espíritu Santo es nuestro guía
en este viaje de transformación. Es él quien nos ayuda a contemplar la gloria
de Dios, quien nos abre los ojos para ver la belleza de Cristo en nuestra vida
y en el mundo que nos rodea. El Espíritu Santo nos anima, nos fortalece, nos
impulsa hacia la santidad y nos capacita para vivir una vida digna de la gloria
de Dios.
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