Cuando Jesucristo resucitó les dijo a sus discípulos que fueran por todo el mundo y hablaran de su amor. Fue muy claro al decir que su mensaje era para todas las personas, sin importar la edad, el sexo, la religión, el color de la piel ni tampoco la situación social, económica o cultural.
¡Murió en la cruz para que
todos los seres humanos pudiéramos conocer a Dios y comenzar una nueva vida!
Jesucristo a todos nos dio la misión de compartir
de su palabra, pero a muchos también nos dio el ministerio de hacer que la
gente de todo el mundo también entienda la palabra de Dios y para poderlo
lograr es necesaria nunca desmayar. V 1 “Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia
que hemos recibido, no desmayamos.”
Para poder cumplir con el ministerio, es necesario
anunciar la palabra, pero sin tener ninguna pretensión personal. V 2 “Antes bien renunciamos a lo oculto
y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino
por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana
delante de Dios.”
Cuando predicamos la palabra de Dios de acuerdo a
como a la gente le gusta escuchar solo para tenerla contenta y retenerla,
estamos adulterándola.
La verdadera palabra no pretende tener contenta a
la gente, el verdadero evangelio es Luz que guía nuestro caminar y a muchos
manipulados por satanás no les gusta. V 4 “en los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.”
Nuestra misión es hacer conocer a Cristo no
hacernos famosos nosotros, nosotros debemos menguar para que Cristo crezca. V 5
“Porque no nos predicamos a
nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros
siervos por amor de Jesús.”
Cuando tomamos la decisión hablar de Jesucristo
inmediatamente el mundo quiere angustiarnos para callarnos, pero Jesucristo no
permite que nos desesperemos. V 8 “que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no
desesperados;”
La desesperación hace que una persona no piense con
claridad, su buen comportamiento cambia y esto lo lleva a tomar malas decisiones
que lo llevan al fracaso.
Hablar de Jesucristo hace que muchas personas nos desprecien
y nos quieran callar haciéndonos sentir solos, pero tenemos la seguridad de que
Jesucristo nunca permitirá que nos destruyan. V 9 “perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no
destruidos”
Si creímos en Jesucristo, si creemos que el transforma
nuestra vida. Esta verdad la debemos dar a conocer. V 13 “Pero teniendo el mismo espíritu de
fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también
creemos, por lo cual también hablamos,”
Solo si nos proponemos siempre hablar de Cristo, nuestra vida
y la vida de los del mundo cambiara para bien y podremos vivir verdadera Paz.
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